El ejercicio y una dieta controlada rica en fibra, baja en grasa y proteínas y rica en aminoácidos específicos puede mejorar el estado general de nuestros mayores con Parkinson.
El Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente entre las personas de más de 65 años, un trastorno degenerativo del sistema nervioso que avanza lentamente y que se caracteriza por provocar temblores, lentitud en la realización de movimientos y rigidez muscular.
Aunque suframos esta dolencia, nuestro estado físico puede mejorar ganando fortaleza a través del ejercicio físico. Se ha demostrado que el ejercicio mejora el habla, la deglución, la postura, el temblor, la destreza, la cognición y eleva el ánimo. Existen datos indicando que los individuos que aumentan el tamaño muscular también experimentan mejorías en actividades funcionales como subir y bajar escaleras o mantener el equilibrio.
En cuanto a la alimentación, es conveniente seguir una dieta controlada con bajos aportes de proteínas y grasas. El tratamiento inicial y principal es con la L dopa, un aminoácido precursor inmediato de la dopamina, totalmente natural y que se encuentra en gran abundancia en la cubierta verde de las judías habas, aunque podemos encontrarlo también en el tomate y en las hebras del plátano. Su ingesta produce una mejoría notable en el enfermo de Parkinson, por lo que es recomendable la toma recurrente de estos tipos de alimentos.
Relacionado con la alimentación encontramos uno de los grandes problemas del Parkinson: el estreñimiento. Éste se encuentra asociado a esta enfermedad tanto por la disminución de la movilidad intestinal (propia de la enfermedad) como por los efectos de la medicación. Para disminuir su alcance, deberemos tomar una gran cantidad de líquido (de 8 a 10 vasos de agua al día) e incluir en nuestra dieta abundantes productos ricos en fibra que faciliten nuestro tránsito intestinal.