El cuerpo humano se compone de más de un 60% de agua.
Según se va envejeciendo, el agua en el cuerpo disminuye y la sensación de sed va desapareciendo. En ocasiones, también, las personas mayores deciden no beber agua, para evitar incontinencias Esto puede provocar una deshidratación, con consecuencias negativas.
La simple deshidratación es una de las causas de caídas, estreñimiento, dolores de cabeza, deterioro cognitivo y de mortalidad.
El déficit de consumo de líquidos también puede derivar en problemas de movilidad y de deglución.
Con el envejecimiento, los riñones tienen menor capacidad para concentrar la orina, y retener el agua necesario.
Muchos de los ingresos hospitalarios de personas mayores se producen por esta falta de líquido en el cuerpo.